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COMPLEJIDAD EVOLUTIVA

La condición evolutiva de los espacios urbanos

Hablamos de complejidad urbana cuando hablamos de diversidad de relaciones entre las cosas urbanas. La ciudad ha evolucionado en función de las demandas de la sociedad que las habitaba y el espacio urbano se ha transformado continuamente para dar cabida a un mayor número de elementos, actividades y sistemas descartando a su vez otros elementos que han caído en desuso o han perdido su sentido urbano. Fruto de este rehacerse sobre sí misma, los espacios evolucionan y cada vez aparecen más lugares con nuevos significados e interacciones urbanas.

Esta tendencia a la complejidad del sistema urbano se fomenta en la ciudad compacta. La proximidad entre los distintos elementos, la mixtura de usos y funciones en un espacio limitado supone el aumento de las probabilidades de contacto e interferencias.

Precisamente la motivación por una ciudad compacta y compleja ha dado pié a que, en los últimos años, los procesos de reciclaje urbano[1] se hayan convertido en un momento oportuno para reflexionar acerca del futuro de la ciudad y la calidad del espacio urbano. En la reutilización de objetos o tejidos obsoletos para convertirlos en espacios habitables se proyectan lógicas urbanas para las que el espacio no estaba previsto y en este ejercicio de reconversión se llevan a cabo esfuerzos notables para actualizar y dar al lugar un nuevo significado acorde con las demandas del momento. En esta línea de proyectos, es posible reconocer por ahora tres líneas de actuación:

  1. Reutilizar espacios

Hay espacios que evolucionan y se adaptan a las necesidades del tiempo de tal forma que su significado urbano cambia de forma notable. Por ejemplo, la reutilización de infraestructuras obsoletas mediante la introducción de nuevos usos para los cuales no estaban pensadas es uno de los casos más comunes. Este sería el tipo de actuación que se ha llevado a cabo en puentes, túneles, depósitos y otros artefactos industriales poniéndolas en valor aprovechando sus posibilidades para albergar espacios habitables. A partir de la urbanización, se condiciona el soporte para que el espacio sea colonizado de nuevo por los ciudadanos aunque con actividades completamente distintas. Además, la reutilización de estos objetos constituye una capa adicional de significado cultural que enriquece la historia local. El antiguo objeto se revaloriza y acaba por convertirse en objeto de carácter referencial para la ciudad.

El reconocido ejemplo de la recuperación de una vía férrea en pleno corazón de Manhattan denominado “High Line” de Field Operations junto a Diller Scofidio y Renfro apuesta precisamente por esta búsqueda de nuevos usos para una estructura elevada de acero de más de 2 km de largo que se anuncia como un nuevo tipo de parque público. A partir de un pavimento de alta calidad, la introducción de vegetación que complementa la vegetación espontánea y algunos elementos de mobiliario urbano, se construye un “parque lineal elevado”[2] que invita a los ciudadanos a cruzar los distintos barrios del West Side.

Durante el recorrido, se utilizan elementos como graderíos, marcos y bancos para enfatizar las mejores vistas hacia Manhattan y al río Hudson pero también para destacar ciertos puntos de interés del barrio. De este modo aparecen nuevas relaciones con el entorno. En su día a día, se desarrollan una múltiple variedad de actividades espontaneas organizadas por sus vecinos como talleres, deportes, bailes, cines, cafés y picnics, entre otras.

El antiguo barrio de carácter industrial ha ido poco a poco regenerándose a partir de la transformación de la vía Férrea. El paseo atraviesa varios equipamientos, oficinas, lofts, talleres y centros comerciales que eran antiguas naves que se han recuperado. La misma vía comunica directamente con el interior de estos lugares. Así, el espacio se convierte en un lugar de cruce de paseantes, vecinos, coches, trabajadores y compradores.

Este tipo de estrategias de cambio de uso también se han utilizado en edificios obsoletos como cárceles convertidas en centros culturales, antiguos palacios convertidos en museos e incluso recintos fabriles convertidos en espacios lúdicos. Con mayor o menor impacto, la reutilización de estos lugares conlleva la transformación del contexto urbano.

El ejemplo de las Gemini Residence proyectadas por MVRDV en Copenhague son un ejemplo de reconversión de un viejo Silo Industrial en un lujoso complejo residencial. No se trataba de rehabilitar una estructura de una sencillez extrema que en su momento tuvo un uso industrial, sino de utilizarlo como soporte y argumento del nuevo proyecto. Y por ello los grandes cilindros de hormigón permanecen inalterados, huecos en su interior, por donde se establecen las comunicaciones verticales que dan acceso a cada una de las viviendas.

La arquitectura industrial inicial ha servido como soporte, como base geométrica de la definición del nuevo proyecto que surge como dos torres verticales curvadas, unidas entre sí, con fachadas trasparentes sobre las que queda el fondo opaco de la estructura original. Los edificios residenciales se plantean volados respecto de los cilindros de hormigón, realizados con vidrio en sus fachadas de manera que se lee fácilmente la nueva intervención.

A nivel urbano, el proyecto se ubica en una zona de nuevo crecimiento residencial. El carácter y la potencia de estos volúmenes acaban convirtiendo el lugar en el referente del barrio a lo largo del frente del canal. Hasta el punto en que se ha construido una nueva sobre el agua pasarela para acceder a las viviendas. Son la fachada del barrio.

  1. Multiplicar funciones

Un paseo por la ciudad contemporánea nos muestra la notable recuperación de espacios públicos ganados a las infraestructuras en las últimas décadas. Rondas, autopistas o pasos de trenes son cubiertos ofreciendo nuevos paseos a la ciudad que consiguen dinamizar y conectar los barrios vecinos. De cicatrices urbanas pasan a ser nuevas columnas vertebradoras de la ciudad.

En esta línea de proyectos, el ejemplo del Moll de la Fusta en el Port de Barcelona resulta ser un proyecto destacable por su esfuerzo en compaginar los usos sacando el potencial máximo al desdoblamiento de circulaciones y paseos. El proyecto de Manel Solà-Morales trabaja con una sección compleja gracias a los avances tecnológicos para multiplica r las funciones del lugar y se ofrecer nuevas relaciones visuales entre los caminantes lentos y la vialidad rápida además del contacto directo con el mar. El lugar adquiere también un doble significado urbano en cuanto a su escala pues forma parte de un eje de vialidad de escala metropolitana a la vez que se convierte en un espacio relacionado con el puerto y con el barrio histórico.

Multiplicar las funciones de un espacio urbano implica aumentar la cantidad de elementos que participan en el lugar. Las vías para vehículos de tráfico rápido, las vías para el transporte público, paradas, aceras, pasos para peatones y al mismo tiempo puentes, muelles, lucernarios, iluminación, etc. Los elementos se encadenan y se superponen aumentando la complejidad de relaciones en el lugar.

  1. Inventar lugares

Algunos proyectos nacen de una ocasión imprecisa, a veces sin programa concreto y sin límites definidos en el espacio. Este tipo de reciclaje propone una imagen insólita inventando tanto una forma como un programa en el lugar. En estas ocasiones, el proyecto juega con la oportunidad de sacar a la luz espacios perdidos, lugares insospechados que se convierten en un nuevo tejido para la ciudad. Normalmente son espacios que forman parte de la red de espacios públicos. En este apartado entran espacios infrautilizados por su indefinición formal o su situación urbana como por ejemplo los denominados espacios residuales, pero también esquinas difíciles, rincones inesperados, bajo puentes, calles sin salidas degradadas o lugares olvidados.

En este sentido, el concurso “Racons Públics” patrocinado por el Foment de les Arts Decoratives es una iniciativa que, a través de la participación ciudadana, ha generado nuevas ideas para recuperar y dinamizar este tipo de espacios de la ciudad de Barcelona. En la invención de los lugares juega un papel importante las nuevas maneras de comprender/interpretar el lugar. Por ejemplo, la transformación de un bajo puente en una estación de bicis conectada a un parque metropolitano, recuperar solares perdidos para crear red de invernaderos o aprovechar un muro opaco para generar nuevas puertas que transforman una calle sin salida en una permeabilidad en el barrio.

Un ejemplo significativo de ocupación de una esquina imposible para la creación de un nuevo lugar es el proyecto para la galería Storefront de Steven Holl en Nueva York. Este espacio surge de la superposición de las tramas de tres barrios, la confluencia de Chinatown, Little Italy y el Soho. Como resultado se trata de un recinto agudísimo de dimensiones mínimas y geometría incómoda que no responde a ninguna de las trazas urbanas. A partir de la construcción de una fachada móvil, el arquitecto propone un espacio cuyos límites se puedan diluir de manera que el interior y el exterior son cambiantes, dinámicos, y el espacio público y el privado no tienen límites definidos. El resultado es una apropiación del exterior, del ancho de la acera que actúa como lugar de encuentro, espera y disertación de los visitantes. Para conseguirlo, se construye una fachada de treinta metros formada por doce paneles pivotantes de ejes horizontales y verticales que se desarrolla en todo el perímetro de la esquina de Kenmare St. El mismo acto de girar los paneles supone el descubrimiento de un espacio imprevisto. En palabras del director de la galería Kyong Park: “No es ni muro, ni barrera, ni interior, ni exterior, ni espacio, ni edificio, ni lugar, ni institución, ni arte, ni arquitectura, ni Storefront”

Epílogo. Añadiendo complejidad al espacio urbano

“Actuar sobre la ciudad no es resolver problemas sino crear lugar donde no lo había, introducir nuevas escalas de referencia, hacer presente la gran riqueza de lo que significan los lugares” (Manuel de Solà Morales)

En los proyectos de reciclaje, la introducción de nuevas relaciones entre el espacio y los habitantes pasa por mantener algunas capas significativas previas y al mismo tiempo introducir otras no previstas para ese lugar, ya sean físicas o de condición intangible. En definitiva, se juega con su condición evolutiva, con la memoria y con lo expectante del lugar.

Hemos visto mecanismos para añadir complejidad a algunos objetos y espacios, ¿podemos trasladar estos mecanismos a una escala mayor? Pensemos en tejidos obsoletos como en el caso de los polígonos industriales en desuso o en el caso de barrios residenciales degradados. Seguramente, experiencias como la del proyecto 22@ o la propuesta de Joan Busquets para la transformación del viejo puerto de Hamburgo sean referentes en este camino. La solución pasa por saber escoger qué significados mantener a la vez saber crear lugar donde no lo había.

¿Estarán en esta línea el denominado proyecto “Mediacity” para la regeneración urbana de los muelles de Salford Quays en Manchester donde tienen previsto establecerse importantes emporios periodísticos como la BBC? Si con poner un nombre fuera suficiente para aumentar la complejidad urbana…

PORTADA: Ilustración de Vesa Sammalisto

Anna Gutiérrez Merín

Arquitecto

[1] Hablamos de reciclaje urbano como la utilización de espacios que fueron abandonados o infrautilizados y que han sido readaptados o acondicionados para darles un nuevo uso, ya sea público o privado.

[2] Así es como lo denominan los arquitectos en el concurso “designing the high line”. James Corner Field Operations and with architecture firm Diller Scofidio + Renfro

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