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Complex City

Hacia una nueva complejidad de la eficiencia urbana.

En portada: Matrix Barcelona

Una metáfora para situar un escenario imaginario de la película Matrix. En ella se plantea el dominio de las máquinas y la inteligencia artificial y una sociedad esclavizada, con sus mentes conectadas a una simulación social, Matrix. Una exageración de ficción que nos puede hacer reflexionar sobre la importancia de la gestión urbana y sobretodo el uso y propiedad de la información inteligente de las “smartcities”.

Complexcity como método de innovación urbana plantea una nueva complejidad, basada en la eficiencia en su triple dimensión, recursos, economía y sociedad. El uso de la tecnología y la inteligencia artificial se plantea como herramienta de eficiencia, pero no como un fin en si mismo, pues el valor de complexcity reside en que la ciudad es de y para las personas que la habitan.

La complejidad Urbana:

La Ciudad, en su significado más simple de la palabra se define, según la Real Academia Española, como “un conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, con una población densa que se dedica mayoritariamente a actividades no agrícolas”, pero explicar el concepto de Ciudad va mucho más allá, y su comprensión ha resultado ser un ejercicio complejo. A menudo los urbanistas utilizamos metáforas para poder explicar y representar conceptos urbanos, hecho indicativo que denota que la Ciudad es una realidad más compleja. Las ciudades son el escenario de diferentes acontecimientos y acumulación de muchas cosas que la transforman constantemente a lo largo del tiempo, son también lugar de conflicto, interacción y oportunidad.

La complejidad es la cualidad de lo que está compuesto por diversos elementos que forman un conjunto. Etimológicamente, la raíz de la palabra hace referencia a “plectere”, enlazar, con el prefijo “com” que añade el sentido de pluralidad. De esta manera, la complejidad urbana puede ser entendida como un tejido de variables (heterogéneas) interrelacionadas, que tiene lugar en el espacio urbano, capaz de contener en si mismo la experiencia urbana, y que son de una materialidad (forma), donde se adaptan ordenes funcionales planificados y otros espontáneos que surgen del azar del habitar.

Algunos autores como Shannon y Wiener, desarrollaron la teoría de la información donde se media la complejidad a través de la diversidad y de la asociación de combinaciones concretas conocidas. En ecología, los estudios introducidos por Margalef mide el grado de concentración de información como un índice de diversidad según unidades individuales y otras combinaciones controladas que están conectadas o organizadas en un contexto.

Cuando hablamos de ciudad, la complejidad urbana se asocia habitualmente, en como se organiza la información contenida en un sistema urbano, relacionada principalmente con la diversidad de actividades y la interacción que existen entre ellas. Para Salvador Rueda, en un ecosistema urbano la complejidad sería una expresión del conjunto de variables discretas con contenido significativo de información, de su abundancia respectiva, su interacción y de cómo se integran en el tiempo y en el espacio”. Un concepto material y temporal, dónde coexisten tejidos sociales, formales, flujos de información, simultaneidad de hechos urbanos, transacciones económicas, entre otros.

Cada vez juegan más variables, y existen más condicionantes y preexistencias para construir la ciudad. De esta manera, la realidad urbana contiene diferentes niveles de complejidad en constante evolución. Desde el punto de vista de la biología, la definición de complejidad hace referencia a la vida entendida como un sistema complejo, donde se establecen diferentes niveles de complejidad para cada estructura biológica. Así pues, la complejidad biológica ha ido evolucionando desde el nivel más simple y se ha ido adaptando modificando de esta manera su estructura inicial, su ADN. En la ciudad viene a suceder algo parecido, desde un estadio inicial de la casa como refugio, las ciudades se han ido transformando y complejizando a la vez que crecían nuestras necesidades urbanas

El estudio de la complejidad urbana no es siempre simplificable, ni previsible, en cierto sentido la complejidad se asocia fácilmente a la idea de probabilidad y azar por un factor de tiempo determinante que hace que algunas cosas sucedan por azar o “casualidad”, hechos más propios del caos. Actualmente se reconoce el caos y la aleatoriedad como aquello que se produce más en la naturaleza. La aleatoriedad se podría entender también como el propio orden o repetición de excepciones, son fenómenos propios del caos, no como ausencia de orden sino como acumulación de ordenes de una complejidad superior. En ciencia, desde la revolución científica de la relatividad y la mecánica cuántica, protagonizada por Albert Einstein “La teoría del Caos” es el centro de una serie de desarrollos que reconocen un conocimiento emocional que va más allá de nuestro conocimiento racional. Félix de Azúa en “La invención de Caín” expone que ciertos sistemas urbanos no se conciben desde un comportamiento ordenado, regular y previsible, sino que ciertas condiciones urbanas pueden surgir espontáneamente del caos, creando así nuevos ordenes de complejidad superior, “no es la racionalidad lo que permite comprender algunos fenómenos de la ciudad, sino que son más bien algunos fenómenos puestos de manifiesto por la ciudad que nos permiten construir una simulación racional”…” La ciudad explica algunas cosas acerca de nosotros mismos”. Frente a la planificación urbana y a la racionalidad proyectada se nos presenta una complejidad aleatoria construida a través del tiempo , que nos hace ver como los ciudadanos se apropian de estos espacios y los habitan cotidianamente.

Nuestro ejercicio como urbanistas se ha centrado en la racionalización de sistemas y ordenes que nos ayudan a entender la complejidad de las ciudades. El urbanismo tradicional se ha dedicado a construir ciudades desde el orden y la simplificación, pero hoy en día se nos plantean nuevos retos. Des de la recesión del 2008, el urbanismo ha dado un giro de paradigma. Antes, enfocado hacia el crecimiento y incidiendo en la explotación del suelo, ahora explorando el urbanismo de la regeneración urbana. Una regeneración que busca la eficiencia en la gestión de recursos, la optimización de procesos urbanos y la rehabilitación integral del patrimonio construido y su eficiencia energética. Un urbanismo marcado por la innovación 3.0 y los nuevos avances tecnológicos que dotan a la ciudad de una inteligencia artificial que nos lleva a plantear nuevas metodologías en el proceso proyectual.

La revolución tecnológica aplicada al hábitat urbano nos aporta nuevo conocimiento “things of internet” y unos datos recopilados de dispositivos urbanos que nos permiten cambiar las reglas del juego. Son evidentes las ventajas que ofrece el conocimiento de datos para la transformación urbana, pero a la vez nos plantea cuestiones. Cómo se transformará el espacio urbano? Cómo se construirá la arquitectura de la urbanidad? Tiene cabida la espontaneidad y aleatoriedad en este nuevo modelo urbano? Es suficiente la eficiencia como optimización de recursos?

Actualmente un 50% de la población mundial es urbana, varios estudios de la CIA señalan que en el 2030 un 60% de la población mundial vivirá en nuestras ciudades. Las ciudades se transformarán para dar cabida a un crecimiento en densidad, tamaño y consumo de recursos, que se traducirá a una evidente necesidad de una nueva complejidad organizativa y eficiente.

La eficiencia tiene que ver con la metodología . Su significado reside en “la capacidad de logran un fin, mediante los mejores medios”. Allí la importancia metodológica, pues su significado reside en la optimización de procesos y organización de la información de manera que se obtengan resultados de calidad, con el mínimo consumo de recursos, mínimo impacto ecológico y con el menor coste económico. Puesto que la eficiencia incide en el proceso metodológico, la complejidad urbana nos ofrece la posibilidad de explorar métodos de organización de la información y optimización de procesos para reducir impacto y consumo en las transformaciones urbanas. Esta metodología de complejidad eficiente debe organizar la información y maximizar la entropía urbana, como en la naturaleza, equilibrando las relaciones que se establecen, con la máxima eficiencia.

La implantación de nuevas tecnologías urbanas esta en primer plano de las propuestas urbanas de las grandes ciudades. Las administraciones van de la mano de grandes empresas para implantar nuevos mecanismos tecnológicos que favorecen la eficiencia urbana. Pero donde reside el potencial de estas incorporaciones? La tecnología es una herramienta, no un fin o estrategia en si mismo. El valor en la incorporación de tecnología en el espacio urbano reside en la gestión de datos y la incorporación de nuevas metodologías que pueden aportar (mecanismos para gestionar, interaccionar, optimizar y prevenir), más que en el dispositivo en sí y en su comercialización.

La ciudad no es una máquina o industria. Su complejidad va mucho más allá de la pura eficiencia como optimización de procesos. Aunque es una necesidad evidente la gestión de los recursos y la disminución del impacto ambiental, no sólo existe la eficiencia energética en el ámbito urbano. También es de vital importancia conservar una eficiencia social y económica.

En este sentido el urbanismo 3.0 posee un gran potencial para la interacción de actividades y la creatividad urbana. Digamos, que la interacción en las redes sociales facilita la “promiscuidad” de relaciones y el intercambio urbano. Por ejemplo, en urbanismo, más allá del uso planificado de un espacio o edificio, las nuevas tecnologías nos pueden mostrar en tiempo real, cómo utilizamos el espacio urbano. La recopilación de datos nos pueden enseñar y mostrar con anterioridad los fenómenos urbanos, las costumbres y hasta entender cuales son usos más espontáneos. El nuevo urbanismo tampoco debe olvidar la eficiencia formal, de cómo se configuran los espacios urbanos.

Por otro lado, se plantea una cuestión con un “super interrogante”. Tiene cabida la aleatoriedad y la espontaneidad en las ciudades inteligentes? Existirá libertad para el ciudadano? Muchas películas nos plantean escenarios futurísticos que muestran una sociedad controlada por un totalitarismo tecnológico. Qué valores éticos acompañan este nuevo planteamiento urbano? Entender la ciudad como un sistema operativo, tiene ventajas y algunos riesgos colaterales que deberán ser tratados con nuevos valores éticos y una educación social. Concienciar es más útil que controlar, y es también la base para la eficiencia, que deberá pues enseñar a vivir en las ciudades inteligentes y a utilizar los dispositivos tecnológicos para evitar una posible segregación social.

Helena Sanz Palau

Arquitecta - Urbanista

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